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La Mochila De Marco Polo

~ Blog de viajes

La Mochila De Marco Polo

Archivos de etiqueta: Yugoslavia

Lago Bled, fascinación eslovena

22 Lunes Jun 2015

Posted by marcopolodirecto in Sin categoría

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Eslovenia, Europa, Yugoslavia

El lago Bled – Blejsko jezero, en esloveno- es, sin duda, la joya natural de la pequeña república exyugoslava de Eslovenia. Está situado a unos 50 kilómetros al noroeste de Ljubljana, la capital del país, y a muy poca distancia de la frontera austríaca. Delimitado al norte por los Alpes Julianos, el entorno que lo rodea es sencillamente espectacular.

Lago Bled, Eslovenia

Lago Bled, Eslovenia

A principios del siglo XI ya se menciona por primera vez el asentamiento de Bled cuando el Sacro Emperador Enrique II dona las tierras de Bled y del lago al obispo de Brixen. El desarrollo y florecimiento del lugar vino de la mano de los peregrinos, quienes ya desde épocas tempranas del medievo acudían al lugar atraídos por las bondades del clima local, sus fuentes y aguas termales. Surgieron así los primeros balnearios con hidroterapia que se complementaron con la aparición de pensiones y establecimientos hoteleros para alojar a todo ser humano que acercara por allí.

A comienzos del siglo XX Bled era la ciudad balneario más hermosa del imperio austrohúngaro y todo aquel que era alguien -o pretendía serlo- en la aristocracia europea se dejaba caer y ver por tan terapéutico lugar. Tal afluencia no cejó ni tan siquiera tras la Segunda Guerra Mundial, con el nacimiento de la Yugoslavia comunista de la cual Eslovenia formó parte hasta su desintegración en los años noventa del siglo pasado, y se ha mantenido hasta hoy.

El lago, con la pequeña ciudad de Bled y los Alpes Julianos al fondo

El lago, con la pequeña ciudad de Bled y los Alpes Julianos al fondo

El lago Bled tiene unas dimensiones bastante reducidas si lo comparamos con otros lagos alpinos de origen glaciar en Europa. Su longitud máxima es de 2,1 kilómetros y su anchura máxima de 1,4 kilómetros. La profundidad máxima es de 30,6 metros. Esto permite circunvalarlo a pie en menos de dos horas, disfrutando de un apacible paseo entre casas, árboles, pequeños embarcaderos y zonas de acampada y baño. El principal atractivo, sin duda, está en la pequeña isla –Blejski Otok, en esloveno- que podemos admirar prácticamente desde cualquier rincón del lago.

La isla Blejski Otok y su idílica iglesia barroca

La isla Blejski Otok y su idílica iglesia barroca

La isla se puede alcanzar alquilando un bote –los hay de todo tipo de forma y tamaño- o subiéndose a alguno de los pequeños catamaranes especiales techados, conocidos aquí como “pletna”, y que cada poco tiempo –cuando tienen clientes- parten desde las orillas del lago hacia la pintoresca isla. Asentada sobre su pequeño territorio se levanta una preciosa iglesia barroca cuyo aspecto actual data de fines del siglo XVII. Su torre tiene 52 metros de altura y el templo está consagrado a la Asunción de María. El interior está decorado con llamativos frescos medievales y escenas de la vida de la Vírgen. Para llegar hasta la iglesia hay que ascender por una escalera de 99 peldaños.

Para amantes de tradiciones curiosas: esta espléndida iglesia es un verdadero imán para parejas casamenteras y hay una larga lista de espera para contraer núpcias entre sus barrocos muros. Una vez superado el trámite de la espera, al llegar el gran día, el novio deberá llevar en brazos a su prometida, escalera arriba, y alcanzar la puerta de la iglesia antes de que suenen las campanas. Sólo así estará garantizada la buena ventura del matrimonio.

Pletna, típica embarcación del lago Bled

Pletna, típica embarcación del lago Bled

De vuelta en la pequeña capital del lago, Bled, nos esperan algunos lugares de interés que no podemos dejar de visitar, como la maravillosa iglesia neogótica Sv. Martín con su espectacular torre.

Iglesia Sv. Martin

Iglesia Sv. Martin

Pero si hay algo que invariablemente el viajero busca contínuamente con la mirada cuando sale de su hotel, o pasea por las animadas calles de la ciudad, es el castillo de Bled -Blejski Grad, en esloveno-. Esta singular fortaleza ya es mencionada por vez primera en el año 1011, en el acta de donación del castillo emitida por el emperador Enrique II en favor de los obispos de Brixen. Posteriormente, a fines del siglo XII, pasa a manos de los Habsburgo.

Asentado a 130 metros sobre el nivel de las aguas del lago, en un acantilado, su estratégica posición y las sucesivas ampliaciones y reformas lo hicieron inexpugnable. En la actualidad nos regala las mejores vistas sobre todo el lago y su entorno. La entrada al castillo, que alberga un museo, no es gratuita y se puede ascender hasta él en coche o por un sendero. Es el castillo más antiguo de Eslovenia y auténtico símblo de la ciudad y del país.

Contemplando el castillo y la iglesia de Sv. Martin desde la distancia

Contemplando el castillo y la iglesia de Sv. Martin desde la distancia

El lago Bled es la joya natural de Eslovenia. Sin discusión. Las posibilidades que ofrece este pintoresco y bucólico rincón son muchas y es un lugar ideal para perderse entre sus orillas y desconectar del mundo durante unos días. Tarea difícil, sobre todo en época estival, pues atrae a miles de turistas de todo el país y del extranjero que lo eligen como destino vacacional y, además, por ser un importante centro de recreo y salud. Aquí vienen a van a parar gentes de todo tipo y condición, desde la alta aristocracia y burguesía hasta las clases medias y más humildes. Un buen momento para visitarlo es durante los meses de primavera, en especial mayo.

Atardecer en el lago

Atardecer en el lago

Las imponentes cumbres de los Alpes Julianos sirven de pared natural a todo el lago que lo protegen de los fríos vientos del norte. El clima benigno y la agradable temperatura de sus aguas, además de su bonito color azul, son el reclamo perfecto para la práctica de todo tipo de actividades acuáticas, además del baño.

Para ello buena parte de sus orillas están debidamente preparadas y equipadas para pasar una apacible jornada de descanso en las playas de césped y merenderos habilitados. Además, por si fuera poco, tenemos la posibilidad de acampar en sus alrededores. Las características del lugar invitan igualmente a realizar actividades tan diversas como senderismo, escalada o piragüismo prácticamente durante todo el año. Y si no queremos darle mucho ajetreo al cuerpo, este maravilloso y pintoresco rincón de Eslovenia siempre nos invitará a buscar sosiego y evasión…

Paraíso del piragüismo y deportes acuáticos

Paraíso del piragüismo y deportes acuáticos

A TENER EN CUENTA

Los ferrocarriles eslovenos, Slovenske Zeleznice nos llevarán a la estación Bled/Jezero, en la línea Villach-Jesenice-Nova Gorica, si venimos por ejemplo desde Nova Gorica, en la frontera italo-eslovena. La preciosa estación de Bled-Jezero está situada en una terraza natural sobre el lago Bled. También es posible llegar hasta este idílico entorno en autobús interurbano desde Ljubljana y otras ciudades de Eslovenia.

DSCN1331  Estación Bled/Jezero

La estación de ferrocarril no se encuentra en el centro urbano de Bled. Está situada en la orilla opuesta del lago, a unos 2 kilómetros bordeando la orilla norte del mismo. Eso no debe desanimarnos. El paseo se puede aprovechar para una primera toma de contacto con la zona. Bled es un importantísimo resort alpino de vacaciones. Por eso la infraestructura hotelera es bastante amplia y apta para todos los bolsillos.

DSCN1272

Más INFO en la Oficina de Turismo: Cesta svobde 10, al lado de la estación de autobuses.

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Cetinje, corazón montenegrino

21 Domingo Sep 2014

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Europa, Montenegro, Yugoslavia

Un aire de otra época, calles imperturbables, árboles con más de cien años a cuestas, edificios decimonónicos que decoran el centro histórico… Esta es la tarjeta de presentación de la pequeña y apacible Cetinje, en otro tiempo la capital de un país que, como ahora, también se llamaba Montenegro.

cetinje7Calle Njegoševa en Cetinje

Fue en 1878 cuando el Congreso de Berlín daba su visto bueno para que en Europa surgiera un nuevo estado. Y se consiguió permitiendo que un pequeño territorio junto al Adriático se desgajara del todopoderoso, por aquel tiempo, Imperio Otomano, cuyos dominios se extendían por el sureste del Viejo Continente y se adentraban más allá del Bósforo.

Montenegro se convertía así en Principado, con una figura clave al frente: el príncipe Nicolás I, y una capital, Cetinje. Sería ya en el inicio del siglo XX, en 1910, cuando Montenegro se convertiría en Reino y Nicolás pasaría a ser rey de los montenegrinos. Vendrían años prósperos para el pequeño estado hasta que la I Guerra Mundial daría al traste con la independencia del país. Su fatal alianza con Serbia no iba a impedir el desastre y Montenegro caerá en manos de otro imperio en 1916, esta vez centroeuropeo: el Imperio austrohúngaro.

cetinje3Antigua embajada austrohúngara

El rey huye del país y se refugia en Burdeos, Francia. Ya no volvería a ver su amado Montenegro ni su coqueta capital. En 1918 termina la contienda mundial, el imperio de los Habsburgo se desmorona y Montenegro pasa a control del recién creado “Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos”, más tarde, a partir de 1929, reconvertido en “Reino de Yugoslavia”.

El depuesto rey moriría en Francia en 1921 y sería enterrado en Italia. Por fin, en 1989, sus restos son traídos a la antigua Yugoslavia –dentro de la cual estaba la República de Montenegro federada con otras cinco repúblicas– y sepultados en nuestra ciudad protagonista de la entrada de hoy.

Como ya hemos referido en un post anterior, Montenegro recuperaría su independencia en 2006, tras un referéndum que ganaron por un ajustado margen los partidarios del “sí”. Pero Cetinje ya tenía perdida de antemano la batalla de la capitalidad puesto que el padre de la Yugoslavia comunista, el mariscal Tito, había decidido en 1946, y tras la Segunda Guerra Mundial, que otra ciudad, Podgorica, sería la capital de la pequeña república integrada en su proyecto federal yugoslavo.

cetinje4Teatro Real

Que Cetinje no sea la capital oficial del nuevo estado balcánico surgido en 2006 no resta un ápice su importancia e interés. De hecho el Presidente de la República tiene su residencia oficial aquí, en Cetinje. Todo un gesto cargado de simbolismo.

La ciudad, hoy, es un referente histórico y espiritual para todos los montenegrinos, quienes le rinden casi veneración por lo que significó esta pequeña villa para su país en el pasado. Por otro lado, poco a poco, los extranjeros van descubriendo los encantos de la ciudad y Cetinje es un destino casi obligado para todo aquel que ponga sus pies en Montenegro.

cetinje2Antigua embajada de Francia

El viajero empezará a darse cuenta de los atractivos que ofrece la antigua capital en cuanto se aproxime a ella. El paisaje que circunda la pequeña ciudad es revelador. Una planicie- sobre la que se asienta Cetinje- y montañas a su alrededor, las que conforman el Parque Nacional del Monte Lovcen. Es precisamente este entorno natural, tan singular, el que consiguió preservar a la ciudad durante siglos. Su aislamiento, entre montañas, y suficiente lejanía de la costa adriática, ayudaron, y mucho.

cetinje5Museo Nacional de Montenegro

Ya dentro, un tranquilo paseo por sus calles nos descubrirá el delicioso encanto de monumentos por los que apenas ha pasado el tiempo. La época dorada de Cetinje comienza a partir de la primera independencia del país en 1878. De esos tiempos datan hoteles, hospitales, edificios públicos, casas burguesas y las famosas embajadas de aquellos estados con los que Montenegro mantenía relaciones diplomáticas y que pertenecían a países que tenían algo que decir en el teatro político europeo de la época. Hablamos de Gran Bretaña, Francia, Rusia o el entonces imperio de Austria-Hungría. Son estos edificios los que actualmente llaman más la atención del viajero, si bien su estado de conservación y funcionalidad varía notablemente de unos a otros.

cetinje1Antigua embajada de Gran Bretaña

Caminar con tranquilidad por calles como Njegoševa ulica, Orlov Krs o Malo Guvno, permiten al visitante adentrarse en otros tiempos y admirar un esplendor que permanece casi intacto. Museos como el Nacional de Montenegro, o el Monasterio de Cetninje, construido y fundado sobre los restos de un antiguo monasterio medieval que fue derribado por los venecianos de la Serenissima República a fines del XVII, son de visita obligada.

El monasterio, que pertenece a la Iglesia Serbia-Ortodoxa, custodia celoso las reliquias de San Petar de Cetinje, quien fuera mano derecha de San Juan Bautista, y es todo un símbolo espiritual y cultural. Otro edificio llamativo que captura nuestra atención al pasar frente a él, por su pulcritud y elegancia, es el Teatro Zetski, el Teatro Real. Su programa oficial de cada temporada es un referente de la vida cultural y social, no sólo de Cetinje, también del resto del país.

cetinje6Monasterio de Cetinje

Montenegro es un estado joven dentro de la nueva Europa surgida tras la caída del Muro de Berlín. Un país que guarda pequeñas joyas en forma de bosques, montañas, lagos, playas y ciudades. Y una de ellas es la que ocupa esta entrada. Si en algún momento sentís la curiosidad de visitar este cada vez menos desconocido país, no lo dudéis y reservad unas horas para adentraros y descubrir su antigua capital. Saldréis de ella con la sensación de haber coqueteado con el tiempo.

La visita de los sesenta minutos

08 Lunes Sep 2014

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Europa, Montenegro, Yugoslavia

Montenegro es uno de los países más hermosos del área de los Balcanes y del litoral adriático. En una superficie relativamente pequeña –algo mayor que la Región de Murcia, en España- el viajero descubrirá un territorio de fuertes contrastes. Al norte se alzan las majestuosas montañas de la cordillera Durmitor que comparten espacio con cerrados y oscuros bosques -de ahí el nombre del país-; en el centro nos encontraremos con planicies y un lago espectacular, el Skadar, y al sur una costa con maravillosas playas y escarpados acantilados de roca cárstica.

Sin embargo no todo es tan idílico. Este acogedor país tiene un considerable borrón: Podgorica, su capital. Un hecho que contrasta con el delicioso encanto de otras pequeñas ciudades medievales que pueblan Montenegro, como Kotor, Ulcinje, Budva o Cetinje, la antigua capital del país.

Pude comprobarlo a comienzos de la pasada primavera cuando visité Montenegro. Me instalé en la Bahía de Kotor –Boka Kotorska-, conocida como el fiordo más meridional de Europa, a la sombra del Parque Nacional del Monte Lovcen, un paraje digno de la más hermosa de las tarjetas postales. Desde allí, y dadas las asequibles distancias del pequeño estado balcánico, realicé algunas incursiones para conocer otros rincones de Montenegro. Uno de ellos fue la planicie de Zeta, donde se ubica la capital del país.

A primera hora de la mañana había tomado un autobús en Kotor para trasladarme hasta Podgorica. Un par de horas y media de viaje por estrechas y zigzagueantes carreteras, metido en un incómodo vehículo de transporte público de dimensiones reducidas. Nada más entrar en la periferia de la capital ya me di cuenta de lo que iba a encontrar a medida que me adentrase en sus calles. Llegué a la estación de autobuses con la idea de tomar un autobús de vuelta a lo largo de la tarde, sin prisas, y salí al exterior para explorar detenidamente la ciudad.

podgorica

Definir Podgorica no es difícil. Estamos, y sólo es mi opinión, ante una ciudad impersonal y horrenda. Que me perdonen los montenegrinos.

Tras la Segunda Guerra Mundial Podgorica quedó muy dañada, nada extraño en esta parte del continente. El padre de la nueva República Federal Socialista de Yugoslavia, el mariscal Josip Broz Tito, decidió después de su liberación reconstruir la ciudad acorde al estilo imperante en esta zona oriental de Europa; esto es, a base de levantar masivamente edificios colectivos residenciales, con un aspecto muy sobrio y grisáceo, destinados casi de manera única a acoger a la gran cantidad de personas que se iban trasladando del campo a las nuevas ciudades en este tiempo de posguerra.

En Podgorica toda la margen derecha del río Morača fue reconstruida en ese estilo propio de los países del Bloque del Este. Incluso zonas del centro, el sur y el oeste de la ciudad llevan también parcialmente este sello, en un proceso desordenado de expansión urbana que marcó el devenir de la capital. Por su parte, hacia el norte y el noreste la urbe creció de manera dispersa y caótica, con viviendas unifamiliares de baja altura. Las consecuencias de esta pésima planificación y desarrollo urbanístico han llegado lamentablemente hasta hoy.

Fue a finales de la década de los noventa del siglo pasado cuando Podgorica se desarrolla para dotar a la capital de un aspecto más moderno, utilizando principalmente vidrio y acero, dando lugar a nuevos parques, plazas, zonas residenciales y de negocios. No obstante, y pese a que actualmente Podgorica es el centro comercial y cultural del país, con monumentos de cierta factura como el Teatro Nacional de Montenegro, auténtico referente en la cultura del país, diversos museos, galerías de arte o el llamativo Puente del Milenio, la ciudad guarda ese aire rancio y gris de otra época no tan lejana en el tiempo, ciudad a la que el mariscal Tito dio forma a partir de 1946. Es por eso que la capital llevó el nombre de Titogrado entre ese 1946 y1992, año en el que comienza la desmembración de la antigua Yugoslavia.

Sólo una hora. Sólo una foto. Apenas sesenta minutos fue lo que invertí en recorrer algunas avenidas y plazas de la capital. Una única y descriptiva foto fue la que capturé con mi cámara e ilustra esta entrada. La impresión fue tan decepcionante que regresé a la estación de autobuses y me subí al primer autobús con destino hacia otra ciudad, que fue la capital del país en otro tiempo y que desde luego mereció el honor de llevar tal título. Esa ciudad es Cetinje y la conoceremos en otra entrada.

Dubrovnik, una joya adriática

22 Domingo Jun 2014

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Croacia, Europa, Yugoslavia

Calles de mármol, iglesias barrocas, fuentes renacentistas. Una sinfonía maravillosa de monumentos medievales plantados en un pequeño territorio circundado por una muralla de casi dos kilómetros de perímetro y unos veinticinco metros de altura. Una ciudad que fue el centro neurálgico de una minúscula -apenas un kilómetro cuadrado- república independiente durante varios siglos. Un tesoro protegido por la UNESCO desde 1979. Estamos en Dubrovnik, una joya en medio de la escarpada costa adriática de Croacia.

dubrovnik2Panorámica de Dubrovnik

Corría el año 1358 cuando la élite aristocrática de una ciudad amurallada en el mar Adriático se hace con su control y empieza un largo camino como estado independiente hasta la entrada en ella de Napoleón a comienzos del siglo XIX. Previamente había sido controlada por bizantinos, venecianos, húngaros y hasta por los otomanos, que todo lo invadían en esta parte del mundo en aquella época. No obstante con los turcos se produjo la excepción y permitieron que la joven República Independiente de Ragusa –que así se llamaba- caminara por sí sola a cambio, eso sí, de un tributo que puntualmente, cada año, había que satisfacer al sultán en Constantinopla.

El joven país basó su envidiada prosperidad en dos pilares fundamentales: la hábil diplomacia y el comercio por todo el Mediterráneo que desarrollaba con su impresionante flota de dos centenares de navíos.

En 1808 Napoleón acaba con el sueño de Ragusa incorporando la ciudad libre al Reino napoleónico de Italia. Posteriormente pasó por manos francesas hasta que el histórico Congreso de Viena, de 1815, que trató de reorganizar todo el mapa político europeo, incorpora Ragusa al dominio de los Habsburgo. Dos guerras mundiales en el siglo XX hicieron de toda la zona un territorio enormemente convulso y conflictivo. Ya desde 1918 rebautizada como Dubrovnik, la ciudad pasó por momentos críticos.

dubrovnik16Ciudad Vieja de Dubrovnik

El más reciente de tan delicados escenarios nos retrotrae al otoño de 1991 cuando, en pleno proceso de liquidación de la antigua Yugoslavia, la ciudad se ve sometida a un feroz asedio y bombardeo por parte del ejército serbo-montenegrino que casi acaba con esta joya única del litoral dálmata de Croacia. Y digo casi porque finalmente, y después de medio año de cerco, o no pudieron o no quisieron. Dubrovnik quedó muy seriamente dañada, con edificios de su maravilloso centro histórico destruidos y muchísimos tejados y estructuras que saltaron por los aires. Un laborioso y paciente proceso de reconstrucción posterior ha devuelto a Dubrovnik su esplendor pasado. Por fortuna.

Cuando llegamos por aire al pequeño aeropuerto internacional de Dubrovnik, situado a 24 kilómetros al sur de la ciudad, podemos tomar un autobús de la compañía Atlas desde la terminal hasta el centro. El horario de autobuses va en consonancia con el horario de salida y llegada de vuelos, por tanto varía cada día. Como alternativa también es posible tomar uno de los autobuses naranjas de la empresa municipal Libertas Dubrovnik, si bien el servicio de esta segunda no ofrece las mismas frecuencias que la primera.

dubrovnik1Dubrovnik y colina Srd

El recorrido dura una media hora y discurre por una estrecha carretera que serpentea el abrupto litoral. Treinta minutos de puro tobogán, donde nuestro autobús no para de ascender y descender. Precisamente en uno de esos ascensos, y al doblar una curva, nos topamos de lleno con la maravillosa panorámica de Dubrovnik y sus alrededores.

El bus nos deja al lado de la Puerta de Pile, en la muralla, una de las tres que dan acceso a la intrincada y laberíntica Ciudad Vieja –Stari Grad– de Dubrovnik. Aquí se encuentra todo lo que hay que ver y admirar en esta ciudad. Extramuros la ciudad tiene su interés, pero es más limitado.

dubrovnik8Puerta de Pile

Pasamos bajo la imponente Puerta de Pile (siglos XIV- XV) y entramos en una pequeña plaza donde está la Fuente de Onofrio.  La fuente es de piedra, con una singular estructura poligonal de 16 caras de las que fluye agua fresca. Este punto es un buen lugar, una vez llenadas nuestras botellas y cantimploras, para acceder a la muralla. Son tres de euros lo que nos pedirán para subir por unas estrechas escaleras hasta unos 25 metros de altura.

A partir de ahí podremos rodear toda la Ciudad Vieja caminando a vista de pájaro por los casi dos kilómetros de perímetro que tiene la muralla, con grosores que oscilan entre los tres y seis metros. En verano hay que hacer este recorrido protegiendo bien nuestras cabezas porque el sol es implacable. Las vistas sobre la ciudad, eso sí, son espectaculares.

dubrovnik12Fuente de Onofrio 

La muralla de Dubrovnik data del siglo XII, si bien fue desarrollada y reforzada en siglos posteriores. La componen tres torres circulares, catorce cuadrangulares, cinco bastiones y las Fortalezas de San Juan y Bokar. La imponente Torre Minčeta es el punto fuerte de todo este sistema de fortificaciones defensivas que rodean por completo la ciudad vieja. Es de planta redonda, tiene más de cinco metros de espesor y un sistema de troneras protegidas que la convirtieron en un eficaz medio de defensa frente a agresiones exteriores.

dubrovnik5Calle Placa

Descendemos de la muralla por el mismo punto que la tomamos y dejando atrás la Fuente de Onofrio, enfilamos la calle Placa o Stradun –gran calzada-, la auténtica arteria social de Dubrovnik y un imán para los turistas. Conecta las puertas de Pile y Ploče a lo largo de unos 300 metros cuajados de cafés, restaurantes, heladerías, tiendas de regalos… y monumentos civiles y eclesiásticos que definieron en su día la vida política y religiosa de la República de Ragusa. Aquí se celebraban y se celebran todos los eventos populares más importantes, en especial los que tienen que ver con el patrón de la ciudad, San Blas, el venerado protector de la urbe.

En 1468 toda la calle fue pavimentada con piedra caliza, pero tras el devastador terremoto acaecido en 1667 se reconstruyó en mármol, de ahí ese aspecto brillante y pulido que tiene en la actualidad, sobre todo después de llover. Precaución porque el suelo puede ser bastante resbaladizo cuando está mojado.

dubrovnik6Plaza Luža 

La alta aristocracia de la antigua Ragusa se instaló en esta parte de la ciudad, ocupando bellos palacios y dirigiendo desde aquí la intensa actividad política y comercial de la ciudad-estado. Estamos casi en el extremo opuesto de la calle Placa, en la Plaza Luža.

Rápido llama nuestra atención la esbelta Torre de la Campana, de 1444, con dos llamativas figuras en bronce que dan puntualmente las horas golpeando la campana. Descendemos de sus 31 metros a nivel del suelo y en el centro de la plaza vemos la Columna de Orlando, símbolo de la independencia de la otrora República de Ragusa y el verdadero centro social de Dubrovnik en el pasado y en la actualidad.

A la izquierda de la Torre de la Campana unos arcos porticados nos dan la bienvenida al Palacio Sponza -siglo XVI-, la sede del Archivo Histórico de la ciudad y antigua Aduana de Ragusa. Edificado en bello estilo gótico renacentista, aunque hoy no puede visitarse el archivo, sí podemos ver una exposición de fotografías en el bello patio central que plasman la reciente y trágica historia de la ciudad en su lucha contra Serbia y Montenegro, a principios de los noventa del siglo pasado.

dubrovnik3Palacio de los Rectores en primer término. Al fondo el Palacio Sponza   

A pocos metros del Palacio Sponza nos recibe el hermoso Palacio de los Rectores, la sede del poder ejecutivo de la Ragusa independiente y residencia del Rector de la república. Los magníficos arcos y columnas –con llamativos capiteles- de la fachada exterior, requerirán de unos minutos de nuestra atención. En su interior es frecuente que se dé cita lo más “in” de la sociedad actual de Dubrovnik, en actos de gran repercusión local y nacional, como el Festival de Verano, entre otros eventos.

dubrovnik7Cúpula de la catedral

Bellos ejemplos de arquitectura civil. Pero también merece la pena visitar lo más granado de la arquitectura religiosa. La Catedral de la Asunción de Nuestra Señora, al lado del Palacio de los Rectores, es un magnífico ejemplo de barroco al servicio de la Iglesia. La actual catedral se levantó en el siglo XVIII, tras la destrucción total por el terremoto de 1667 de una iglesia románica que había en el mismo lugar.

Su principal atractivo es el Tesoro, custodiado en una capilla a la izquierda del sobrio altar mayor. El Tesoro contiene reliquias, como restos de San Blas, que se guardan en relicarios de oro con incrustaciones de piedras preciosas y esmaltes policromados. Este tesoro puede abrirse únicamente girando tres llaves al mismo tiempo, en poder de tres personas diferentes. Y así viene siendo desde hace siglos.

dubrovnik4Iglesia de San Blas

Y ya que hemos mencionado al querido patrono de Dubrovnik, San Blas, no podemos irnos sin visitar su iglesia, en la Plaza Luža. Del siglo XVIII, alberga en su interior una estatua de plata bañada en oro del santo patrón y protector de la ciudad. Su escalinata exterior sirve de improvisado lugar de descanso y sombra, sobre todo en horas vespertinas, para las posaderas de cientos de turistas que hacen un alto en su camino, justo aquí.

dubrovnik9Claustro del Monasterio de San Francisco

Dos joyas más, de obligada visita. El Monasterio de San Francisco, al inicio de Stradun, justo enfrente de la Fuente de Onofrio. Imprescindibles son su iglesia barroca, su claustro –siglo XIV- y su famosa farmacia de 1317, la más antigua de Croacia, con utensilios, mobiliario y fórmulas originales.

De otro lado, la Iglesia y Monasterio de Santo Domingo -siglo XIV-, en la otra punta, muy cerca de la Puerta de Ploče. La iglesia es uno de los ejemplos góticos más importantes de toda Dalmacia, pero su joya es el claustro del monasterio. Levantado en estilo gótico renacentista, hay que permanecer en él durante unos minutos. Su paz y tranquilidad contrastan con el trasiego de gentes que invaden el exterior. La biblioteca –siglo XIII- y el museo completan la visita.

dubrovnik10Monasterio de Santo Domingo

Saliendo del monasterio pasamos por un arco y desembocamos en el siempre animado Puerto Viejo de Dubrovnik, al abrigo de la muralla y el Fuerte de San Juan que lo protegen. Es un lugar ideal para hacer un alto a mediodía y comer en cualquiera de sus típicos restaurantes. Buena cocina mediterránea, y por supuesto croata, la encontraréis aquí. El puerto también ofrece la posibilidad de contratar excursiones en barco para visitar las numerosas islas que salpican el litoral dálmata, en las cercanías de Dubrovnik.

dubrovnik11Puerto Viejo de Dubrovnik

Intramuros toda la ciudad de Dubrovnik es un tesoro del Medievo. Fuera de los muros la ciudad pierde encanto, pero sin duda podemos hacer algunas cosas. Por ejemplo subir por las estrechas escaleras de piedra de muchas calles que ascienden ciudad arriba, por la ladera, hasta la carretera que rodea Dubrovnik por encima de la ciudad. Algunos aparcamientos, que sirven de miradores, ofrecen vistas panorámicas que son un lujo para la vista.

Otra opción es tomar el “cable car”, el teleférico, en Petra Krešimira 4, cerca de la Puerta Norte, o Buža, y ascender hasta la cima de la colina Srd. Eso sí, esta opción es de pago y hay que abonar unos 15 euros al cambio para un trayecto de ida y vuelta. Arriba hay restaurante donde reponer fuerzas y la vecina y estratégica Fortaleza Imperial, del siglo XIX. En días despejados podemos divisar horizonte hasta los 60 kilómetros de distancia.

Acercarse en autobús urbano hasta el Puerto Nuevo, en el barrio de Gruž, también es una alternativa. Pequeñas embarcaciones de recreo, lujosos yates y mastodónticos cruceros que cada día traen a la ciudad a miles y miles de turistas, tienen parada obligada aquí. Además, si llegáis en autobús interurbano a Dubrovnik, la estación central de autobuses se encuentra en este lado de la ciudad.

dubrovnik15Puerto Nuevo de Dubrovnik

Si queréis un atractivo plan nocturno antes de dejar Dubrovnik os recomiendo volver una última vez a la Ciudad Vieja y moverse por la calle Prijeco. Paralela a la calle Placa, el ambiente es maravilloso, tanto para cenar como para tomar una copa. Toda la calle, que por supuesto es peatonal, ofrece un sinfín de encantadores restaurantes y locales, con largas terrazas donde poder disfrutar por ejemplo de buena música de jazz, todo en un ambiente de lo más chic.

dubrovnik14Calle Prijeco

Dubrovnik es así. Por algo también es conocida como la Perla del Adriático…

A tener en cuenta:

Disponéis de una moderna y bien surtida Oficina de Turismo en la calle Brsalje 5, al lado de la Puerta de Pile, fuera de la Ciudad Vieja.

Boka Kotorska, puro Montenegro

08 Domingo Jun 2014

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Europa, Montenegro, Yugoslavia

La primera vez que leí el nombre de Boka Kotorska fue en la prensa escrita, en 2006, a raíz del referéndum de independencia que se celebró aquel año en Montenegro y que se saldó con un resultado –por la mínima- a favor del sí. La pequeña república ex yugoslava rompía así la unión que mantenía con Serbia y empezaba su andadura en solitario.

Desde el primer instante el turismo se convirtió en el principal reclamo para atraer visitantes hacia el nuevo país surgido de las cenizas de la antigua Yugoslavia. Uno de los lugares más atractivos y llamativos de Montenegro –ya lo era en la época comunista para consumo interno- es la Bahía de Kotor, o “Boka Kotorska”, como la llaman localmente. También es conocida como Bocas de Kotor.

kotor2Bahía de Kotor, Montenegro

La primera foto que vi de este lugar en un periódico de tirada nacional por aquel 2006 me llevó a cierta confusión. En ella se apreciaba una especie de lago, con una isla muy llana en el centro de la imagen. Rápido me puse a indagar y descubrí que no era un lago. Parecía más bien una especie de ría que se metía tierra adentro –unos 30 kilómetros- desde el Adriático.

Finalmente averigüé que en realidad se trata de un viejo cañón, por el que discurría un antiguo rio, que acabó siendo inundado por el mar Adriático para formar el espectacular fiordo de aguas azul turquesa, entre escarpadas montañas, que es hoy día. En ese momento tomé la decisión: esta maravilla en Europa tengo que verla.

kotor1Kotor

La Bahía de Kotor toma su nombre de la localidad homónima de Kotor, una ciudad ubicada al fondo de la misma, en una especie de golfo cerrado y a la sombra del monte Lovcen. La bahía está situada en el suroeste de Montenegro, en la costa dálmata, y se puede acceder a ella por avión aterrizando en el vecino aeropuerto local de Tivat, que tiene conexiones con algunas ciudades europeas como Paris o Belgrado.

La otra opción –la que escogí yo- es volar al aeropuerto croata de Dubrovnik y desde esta bellísima ciudad trasladarse en autobús hasta Kotor, en un viaje de unas dos horas de duración en el que se atraviesa la frontera entre Croacia y Montenegro para, a continuación, tomar contacto con la bahía en la turística y soleada ciudad montenegrina de Herceg Novi.

Desde allí se continúa hacia Kotor en un pintoresco y lento recorrido bordeando toda la bahía y pasando por una larga serie de pequeñas poblaciones que se asoman vertiginosamente al agua. Al final de este movido pero excitante recorrido en bus se llega a Kotor, el principal centro urbano de ese bello puerto natural del Adriático que es Boka Kotorska.

kotor5Plaza de Armas en Kotor

La zona donde se ubica la ciudad -y la toda la bahía- ha sido tradicionalmente un territorio muy convulso al estar en el punto de mira de muchas y variadas potencias. Venecianos, otomanos, rusos, británicos y por supuesto Napoleón, pusieron sus ojos y pies en ella. Para completar el cuadro también formó parte del glorioso Imperio Austrohúngaro que llegó a tener en la ciudad de Kotor una importante base naval en el transcurso de la Primera Guerra Mundial.

La historia más reciente tampoco está exenta de momentos complicados pasando por la invasión italiana durante la Segunda Guerra Mundial y su pertenencia posterior a la Yugoslavia comunista del Mariscal Tito que todos conocemos como acabó.

Kotor, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1979, también conocida como Cattaro por su periodo de dominación de la Serenissima República de Venecia, es un bello ejemplo de ciudad amurallada, bien conservada en general, que siguió los mismos pasos de muchas ciudades vecinas fortificadas desde hace siglos para defenderse de las numerosas agresiones externas que padecían.

kotor6Murallas de Kotor

La imponente muralla de 4,5 km de longitud y unos 15 metros de altura, construida entre los siglos XII y XIV, sigue un trazado en forma triangular, con tres puertas de acceso: la Puerta Norte -1540-, la Puerta Oeste -1555- y la Puerta Gurdic, o Puerta Sur, que data del siglo XIII.

Por cualquiera de las tres se accede al pequeño y recogido casco antiguo de Kotor, labrado en piedra, donde moverse a pie es una regresión al Medievo. Plazas como San Trifón, San Lucas o la siempre concurrida y animada Plaza de Armas -con su célebre Torre del Reloj, de 1602-, conviven dentro de este espacio intramuros con estrechas callejuelas, pasadizos y escaleras de piedra muy empinadas.

kotor7Palacio Familia Bizantina (s.XIV-XVII)

Hay que darse tiempo para ver y visitar numerosas iglesias de distintos ritos, palacios –como el Drago, con sus ventanales góticos del siglo XV-, y edificios barrocos que aluden a su largo pasado veneciano y dan fe de la influencia que tuvo la ciudad como potencia económica y comercial.

En nuestro recorrido urbano tampoco hay que dejar de visitar la catedral de San Trifón, románica aunque con elementos bizantinos, finalizada en 1166, de confesión católica. A pocos minutos a pie encontraremos la llamativa iglesia serbia ortodoxa de San Nicolás, de principios del siglo pasado, y casi a su lado la pequeña iglesia de San Lucas, también ortodoxa, de 1195.

kotor4Catedral de San Trifón

kotor3Iglesia serbo-ortodoxa de San Nicolás

En una parte de su recorrido la muralla trepa montaña arriba hasta llegar al fuerte de St. Ivan. Desde el interior de la ciudad se puede subir a pie hasta el fuerte, pero eso sí, salvando los 1426 escalones que nos separan de nuestra meta, en un ejercicio de aguante físico para el que conviene prepararse antes. Aconsejo llevar calzado muy cómodo, pero de suela no resbaladiza, acompañado de una botella de agua para el camino. La subida nos llevará mínimo tres cuartos de hora, si bien a mitad de camino podremos detenernos en la pequeñita iglesia de Ntra. Sra. del Remedio.

Las vistas sobre la ciudad y el fiordo ya merecerán la pena desde aquí. Pero sin duda el premio gordo lo tendremos cuando alcancemos la cota máxima -260 metros- situada en lo que queda de la fortaleza de San Iván. Allí nos olvidaremos de las pestes y demonios que hemos vomitado durante la ascensión y nos entregaremos al deleite de las hermosísimas vistas que nos ofrece el lugar.

Como dato casi anecdótico, pero no exento de cierta irritación, hay que comentar que al inicio de la subida nos pedirán tres euros –Montenegro utiliza el euro como moneda oficial a pesar de no pertenecer a la Unión Europea- para tener derecho de acceso a la empinada senda repleta de incómodos y, en algunos tramos, peligrosos escalones. Hay que tomarlo con filosofía. Estamos en los Balcanes, amigos.

kotor10  Hacia el Fuerte de San Iván

Fuera del casco histórico de Kotor se extiende la ciudad nueva. Aquí los edificios son más recientes, si bien muchos todavía rezuman naftalina yugoslava. Las calles se precipitan hacia la orilla del fiordo, adueñándose de ella. Es allí donde se sitúa el pequeño puerto, con una dársena especial para el atraque de cruceros que, sobre todo, en época estival arriban de forma constante.

Boka Kotorska es, posiblemente, el destino turístico con mayor tirón de todo el país y eso se nota de manera especial en determinadas épocas del año. Por fortuna yo escogí el comienzo de primavera y, a pesar de que me encontré con bastantes turistas, se podía disfrutar con cierto sosiego de la ciudad.

kotor9Confidencias a orillas del fiordo

Kotor es una ciudad muy animada. El casco antiguo –Stari Grad– está teñido de numerosas tiendas de artesanía local, moda, pequeñas galerías de arte, restaurantes, cafés… El carácter mediterráneo de la gente es más palpable aquí que en otras ciudades y pueblos montenegrinos, por lo que trataremos con personas abiertas y comunicativas, a quienes gusta hacer vida social en la calle.

Si hace calor siempre podremos darnos un baño en alguna de sus coquetas, aunque algo pedregosas playitas. Al atardecer no puede faltar un apacible paseo por la orilla sintiendo la brisa que regala el fiordo. Y cuando queramos hacer un alto en el camino podremos sentarnos en alguna de las atractivas terrazas que los locales de moda montan en el paseo marítimo, el lugar ideal para ver y ser vistos.

perast1Perast

Boka Kotorska no es sólo la animada Kotor. Toda la bahía está jalonada de pequeños pueblos que se asoman a sus aguas. Entre ellos destaca uno: Perast. Situado a pocos kilómetros al noreste de Kotor, podemos llegar con facilidad desde la ciudad en autobús o taxi. Se trata de un encantador pueblito barroco donde muchos de sus edificios datan de los siglos XVII y XVIII, y entre los que destaca la catedral de St. Nicola, cuya fachada veneciana de 1740 mira orgullosa hacia las aguas del fiordo.

Desde la orilla divisaremos la presencia de dos pequeños islotes: San Jorge, con un importante monasterio benedictino del siglo XII –Sveti Djordje-,y una isla artificial con la bella iglesia de Nuestra Señora de la Roca –Gospa od Škrpjela-, levantada en 1632 y ampliada con posterioridad, en 1722. Precisamente esta última era la isla que pude ver en aquella foto del periódico de 2006.

Ambos islotes son accesibles desde el tranquilo puerto de Perast, alquilando un pequeño bote que podemos remar nosotros mismos, o bien subir a alguno de los catamaranes que esperan atracados en el puerto y parten hacia los islotes cuando tienen cubierto un aforo mínimo de pasajeros.

perast2Perast y sus dos islotes

Boka Kotorska en un importantísimo centro vacacional de la joven república de Montenegro. Ya lo era en la época comunista cuando se convirtió en uno de los lugares preferidos de ocio y esparcimiento para la población yugoslava y la clase dirigente del país.

Hoy no ha perdido un ápice de aquel interés y se ha abierto al exterior convirtiéndose en un destino muy atractivo para pasar unos tranquilos días de vacaciones si os acercáis fuera de temporada alta. Como fue mi caso.

kotor8    Luces y sombras de Kotor

Más INFO  en la pequeña Oficina de Turismo situada extramuros, a la izquierda de la Puerta Oeste.

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